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En una fría noche de luna llena, Slenderman, la criatura sin rostro y de estatura imponente, vagaba entre las sombras alargadas de un bosque oscuro y silencioso. Las hojas crujían sutilmente bajo sus pies sin peso, mientras los susurros inquietantes del bosque acompañaban su solemne marcha. Era una noche como cualquier otra en la existencia enigmática de Slenderman, donde la penumbra era su única compañía. Pero esta noche estaba destinada a ser diferente.
Mientras se deslizaba entre la penumbra, Slenderman percibió una presencia inusual, una energía diferente que vibraba en la densa atmósfera del bosque. Intrigado, siguió este rastro etéreo que lo llevó a un claro iluminado por la luz plateada de la luna. Allí, en el corazón del bosque, encontró a una niña de cabello rojo y ojos grandes y expresivos, sentada en una roca, su figura bañada por la luz lunar. Sally Williams, así se llamaba la niña, parecía una joven alma perdida entre el mundo de los vivos y los muertos, que había encontrado refugio en la solemne tranquilidad del bosque, lejos de los recuerdos dolorosos de su vida pasada.
Slenderman, cuya existencia solitaria rara vez era interrumpida por la presencia de otros, se sintió intrigado por la serenidad y melancolía que emanaba de Sally. Se acercó silenciosamente hacia ella, su figura alta y delgada se movía como una sombra entre la oscuridad del bosque. Sally, que tenía la habilidad de percibir seres de otros reinos, sintió la presencia de Slenderman mucho antes de que llegara a su lado. Sin un ápice de temor, levantó la vista hacia él, mirando directamente a donde deberían estar sus ojos. En ese momento, en la quietud del bosque, una conexión silenciosa se tejió entre ellos.
Slenderman, el ente temido y sin rostro, y Sally, una niña con un pasado tormentoso, encontraron una comprensión mutua en la soledad que compartían. La relación entre ellos dos comenzó a profundizarse con el paso de las noches silenciosas. Sally, con su inocencia aún intacta a pesar de los tormentos de su pasado, hallaba en Slenderman una figura protectora, alguien que la entendía sin necesidad de palabras. Slenderman, por su parte, encontraba en la presencia de Sally un respiro de la soledad eterna que había sido su única compañera.
Un día, mientras exploraban una parte olvidada del bosque, encontraron una antigua ruina cubierta de enredaderas y musgo. La curiosidad los llevó a explorar el lugar, descubriendo inscripciones y símbolos antiguos que parecían contar historias de un tiempo olvidado. En el corazón de las ruinas, encontraron una piedra con inscripciones que resonaban con una energía misteriosa.
Sally, al tocar la piedra, se vio de repente inmersa en un torrente de recuerdos que no eran suyos. Sus ojos se nublaron y su mente fue transportada a otra época, otro lugar. Vio a una adolescente valiente y decidida, la Bruja Aldara, con ojos llenos de determinación y poder. Aldara, con su capa ondeando en el viento nocturno, enfrentaba a una criatura temible y grotesca, el Ayuwoki, en un enfrentamiento épico bajo la luna llena. Los gritos del Ayuwoki resonaban en la noche mientras Aldara, era capaz de absorber los poderes de la criatura. Una lucha feroz entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad.
Mientras la energía de la piedra se desvanecía lentamente, Sally volvía a la realidad, aunque las imágenes de la valiente Bruja Aldara y su lucha contra el temible Ayuwoki aún resonaban en su mente. Con cada detalle vivido, Sally podía sentir la determinación y el poder de Aldara, como si una parte de esa energía ancestral hubiera tocado su alma. Mientras se encontraba de pie junto a la piedra antigua, miró hacia donde estarían los ojos de Slenderman y comenzó a relatarle lo que había visto. La descripción de la batalla épica, la valentía de Aldara y la oscuridad del Ayuwoki llenaron el silencio del bosque. Slenderman, a pesar de su naturaleza enigmática, parecía entender cada palabra que Sally le contaba.
Al finalizar su relato, una resolución silenciosa se formó entre ellos. Sabían que la Bruja Aldara, de alguna manera, estaba conectada a las energías que habían sentido y a los misterios que el bosque escondía. Decidieron que debían buscar a Aldara, o al menos lo que quedaba de su legado, para entender mejor las fuerzas que estaban en juego y cómo podrían interactuar con ellas.
En la tranquila oscuridad del bosque, forjaron un plan para explorar más allá de los límites conocidos, hacia los dominios antiguos donde las leyendas del pasado aún respiraban. Con una determinación renovada, Sally y Slenderman se prepararon para una nueva aventura que prometía descubrimientos y desafíos más allá de lo imaginado. La historia de la Bruja Aldara no era solo un relato del pasado, sino una llave hacia los misterios que estaban destinados a explorar juntos. Con la luna como testigo, la alianza entre Sally y Slenderman se fortalecía, uniendo sus destinos en la búsqueda de respuestas en los susurros olvidados del tiempo.